Charly García |
Que canta bien… Que no, que desafina. Que tal vez esté ligera o absolutamente loco. O que quizás sea, verdaderamente, un genio. O un extraterrestre. Lo cierto es que Charly García -ese “ser analógico en un mundo digital” y oído absoluto al borde de la desesperación- es, sin dudas, uno de los músicos más reconocidos del rock argentino y, por qué no, del internacional.
Tan vapuleado como idolatrado, Charly García -nuestro propio Mozart- nos regalaba en 1994 su ópera rock transicional La hija de la lágrima. De allí, les acerco la genial y deliciosa Chipi Chipi, compuesta en tan solo 57 segundos.
Chipi Chipi, entonces, bajo la lluvia de aquel recordado Concierto Subacuático
Carlos Alberto García Moreno nació en Buenos Aires el 23 de octubre de 1951. Su infancia, marcada por las crisis nerviosas y la angustia producto de una educación rigurosa y la frecuente ausencia de sus padres, le dejó como recuerdo el vitíligo que decolora su bigote.
Con apenas tres años, el pequeño Charly era capaz de interpretar al piano complicadas piezas de la música clásica. A los doce -ya recibido de profesor de teoría y solfeo y pianista consumado- le ofrecieron una beca para estudiar dirección orquestal en Italia. No aceptó; un nuevo distanciamiento familiar no encajaba en sus planes de ninguna manera.
En un momento, un ya adolescente Charly García se encontró con pelo largo y con guitarra eléctrica y, de alguna forma, comenzó a desatarse la locura; locura que hasta lo exoneró del servicio militar obligatorio en una anécdota delirante: con 18 años, sacó a pasear un muerto (real) en una silla de ruedas hasta el casino de oficiales y pidió una Coca para cada uno. ¿El diagnóstico? Bipolar, psicótico y paranoico esquizoide.
Sin embargo, todos sabemos que Charly García nunca quiso volverse tan loco…
Sui Generis, Porsuigieco, La máquina de hacer pájaros y la espectacular Serú Girán, entre otras, nos han dejado creaciones insuperables. Y quién sabe qué cosas se traerá Charly en mente en este mismo instante…